Convivencia en la escuela: la ilusión de la armonía.

Por Daniel Levy
Tratar el tema de la convivencia en una institución como la escuela  requiere del análisis de la institución misma, así como de los sujetos intervinientes en ella.
La convivencia se presenta como un terreno dificultoso para el sujeto humano, pues encierra la paradoja de la necesidad de interactuar con los demás y la de conservar el espacio propio. Cuando hablamos de convivencia pensamos en un espacio de interjuego de las variables individuales y las del grupo soporte de una persona.
Desde un enfoque institucionalista diremos que el sujeto humano actúa desde que nace hasta que muere en instituciones, serán diferentes instituciones las que lo alberguen  en un proceso de socialización.
La entrada a la escolaridad, implica el pasaje necesario de la institución familia a la institución escuela. Este pasaje brinda un contexto social de inserción que pone al niño en contacto con diferentes valores y figuras que las vividas en su relación primaria. Es por ello que podemos afirmar que la institución escolar es desde el inicio un espacio de contención y alienación para quienes ahí se desempeñan. Contención desde el momento en que se inscribe un alumno dentro de un espacio social, abandonando o distanciándose de su grupo de origen. Alienación, pues  la pertenencia a una institución implica la renuncia a los deseos personales en función de los del grupo.
La escuela es el resultado de la especialización de una parte de la transmisión cultural que requiere una sociedad compleja, es a su vez un objeto cultural que expresa cierta cuota de poder social. (1)  De modo tal, que lo que hace a su especificidad como institución es  la transmisión de un saber, que será seleccionado sobre la base de los intereses de quienes ejercen el poder social.
La validez o legitimidad actual de este contrato, entre la escuela y la sociedad condicionará el accionar de quienes se desempeñan en la escuela.
Al centrar la problemática en la convivencia escolar debemos tener en cuenta la multiplicidad de factores que se ponen en juego, me refiero al plano institucional, al plano de los sujetos y grupos y al plano social o de contexto.
Es en la dinámica que adquieran estos campos que va desarrollarse la convivencia.
Toda reunión de personas en función de un objetivo común requiere del establecimiento de pautas o normas que las regulen, de esta forma se resguarda al conjunto de las acciones de cada individuo, pero a la vez se somete cada individuo al respeto de las normas del conjunto limitando su accionar. Esta es la forma en la cual un sujeto se inserta en un marco social. Las instituciones están convocadas a partir de objetivos específicos y regulan las relaciones a partir de un marco legal de funcionamiento. En la escuela es el reglamento, las normas de disciplina, el marco regulatorio que determina roles y posiciones,  que posibilita y prohíbe conductas. Es también quien distribuye el poder y da lugar a la autoridad, es decir, quien está en condiciones de hacer cumplir este reglamento, que la incluye y restringe. Toda pautación  o normativa se da explicita e implícitamente, hay un texto escrito y un código implícito de regulación.
Llamaremos a este reglamento la condición simbólica de la convivencia escolar. Esta diferenciación nos permite ubicar un terreno, el imaginario, que condiciona la posibilidad de articulación de lo simbólico.
Llamaremos imaginario al conjunto de imágenes y de representaciones generalmente inconscientes que producidas por cada sujeto o grupo social se interponen entre el productor y los otros sujetos tiñendo sus relaciones. (2)
Toda institución está atravesada por un imaginario que determina un tipo particular de cultura institucional que es el modo en el cual esa escuela en particular regula sus relaciones y establece la modalidad vincular. Es el conjunto de acciones sistematizadas y aceptadas por todos sus integrantes, basadas en valores, ideales, pautas, que organizan la vida cotidiana a la vez que son soportes de individuos y grupos para orientarse en el mundo.
Cada sujeto interviene en  la escuela desde un rol diferenciado, este plano asimétrico esta estructurado  desde la posición que ocupan en relación al saber: maestro-alumno, enseñante-aprendiente, quien porta un saber y quien debe recibirlo.
Estas posiciones no son ajenas a la tensión que se produce con la cuota de poder que cada quien lleva a la práctica y determinan el clima y la posibilidad de producción, y por ende el tipo de convivencia posible.
De este modo podemos ubicar un marco general caracterizado por la interrelación en las instituciones en general y una modalidad particular en la cual cada  institución administra el poder.
Analicemos el primero que es condicionante del segundo.
La escuela es un  espacio geográfico, en el que conviven adultos y niños, agrupados en edades, unos deben en un determinado tiempo adquirir conocimientos que otros les imparten, y que se suponen dominios culturales necesarios, conjunto de  informaciones, saberes, modos de valorar la realidad.
A su vez hay una cantidad de imágenes de alto contenido emocional que determinan las prácticas, tanto para quienes están en posición de recibir como de impartir saberes. (Es necesario recordar que quien está en el lugar de administrar conocimientos estuvo alguna vez en la posición inversa y esta historia determina su experiencia).
Distinguiremos entonces a la escuela de otras instituciones sociales por el hecho de ser matriz de un vínculo con los saberes y con la forma de adquirirlos, siendo a su vez esta una manera particular de desplazamiento de un vínculo originario  que como tal ya está investido libidinalmente desde sus comienzos.
Llamaremos a este tipo de institución siguiendo a Eugenne Enriquez instituciones de existencia, diferenciándolas de organizaciones donde la meta es la producción de bienes materiales y su regulación pasa por el plano económico.
En efecto, su finalidad primordial es colaborar con el mantenimiento o la renovación de las fuerzas vivas de la comunidad, permitiendo a los seres humanos ser capaces de vivir, amar, trabajar, cambiar y, tal vez, crear el mundo a su imagen, se centra en las relaciones humanas, en la trama simbólica e imaginaria  donde ellas se inscriben. (3)
Encierran una paradoja en su constitución: la formación de individuos autónomos en un proceso de individuación y a su vez de socialización
Al ser una institución social, refleja a la sociedad a la que pertenece y reproduce en su escenario cotidiano a esa sociedad. La escuela esta atravesada por las problemáticas sociales sean estas económicas, culturales, políticas, etc.
Por otro lado no escapa a su organización dos tipos de lógicas diferentes que vinculan a los docentes y los alumnos, una lógica basada en una relación laboral y una lógica basada en lo pedagógico. Hecho este muchas veces ausente en los análisis de las escuelas, que reduce la labor del docente a una práctica estrictamente ligada al vínculo afectivo o vocacional.
Estas instituciones marcan la vida de los sujetos pues pasan a ser internalizadas  subjetivamente regulando la vida de los mismos.
Los modelos vinculares que se actualizan en la escuela tienen un desarrollo histórico y están en función del origen de la institución escolar. La disciplina escolar surge con la necesidad de instruir a grandes masas de trabajadores e incorporarlos a la rutina de una producción seriada. Sus orígenes se vinculan al desarrollo de la revolución industrial, su ideología estaba basada en el liberalismo con fuerte arraigo de las ideas modernas de ilustración y progreso.
La dinámica de los cambios sociales fue variando los estilos de convivencia pero aun en los mas progresistas podemos encontrar resabios de un orden tendiente a vigilar y servirse de los premios y castigos para obrar.
Basta escuchar a la mayoría de nuestros jóvenes para entender como está presente la idea de lograr la aprobación como meta, el zafar y sus vicios, es la manera de transitar la escuela. Encuentran  una institución anticuada a sus vivencias con sistemas rígidos de control y describen como un trámite necesario el tiempo que pasan ahí dentro, pero ninguno podría prescindir de la escuela al menos por una exigencia social o familiar, pero a su vez como un universo de pertenencia.
Los sujetos constituyen la escuela y a su vez se constituyen a partir de ella, un elemento a aceptar es que hay partes nuestras ahí, nos referimos a actos, relaciones, afectos, y que estas partes no nos pertenecen en propiedad, nos son enajenadas.
La relación de cada individuo con la institución está soportada por la ilusión de que la institución satisfacerá sus necesidades, tengan estas diferentes dimensiones. La institución fue creada para cada uno de nosotros personalmente y a la medida de satisfacer nuestros deseos.
El discurso institucional, apoyado en ideales humanitarios lejos de negar esta ilusión la renueva, paradoja que la realidad cotidiana se encarga de desmitificar. Origen y causa de la queja.